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Cinco lecciones de 2024 para garantizar los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas en 2025
- 26 Diciembre 2024
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NACIONES UNIDAS, Nueva York – Con el nuevo año llegan nuevas esperanzas para el futuro. Estos sueños tienen un aspecto diferente para cada persona: familias asediadas por la guerra esperan paz y estabilidad; millones de niñas de todo el mundo esperan un futuro libre de violencia y abuso; mujeres embarazadas de todo el mundo esperan tener un parto seguro.
Todo esto es alcanzable, pero solo si aprendemos de las lecciones de nuestro pasado reciente. A continuación, mira lo que 2024 nos enseñó y descubre cómo hacer de 2025 un año más pacífico y próspero para todas y todos.
En 2024 se rompieron récords peligrosos en todo el mundo, desde picos de temperatura hasta los correspondientes a personas desplazadas por conflictos y crisis. Como suele ocurrir, una vez más fueron las mujeres y las niñas las que sufrieron el peor impacto de las divisiones internacionales sobre cómo hacer frente a estas amenazas existenciales. Como táctica de terror, mujeres y niñas fueron objeto de violaciones y agresiones sexuales en la República Democrática del Congo, Haití, Sudán y otros lugares; en Gaza, Ucrania, Yemen y muchos otros conflictos, decenas de miles de mujeres embarazadas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, a sufrir crecientes niveles de hambre y a correr un riesgo de muerte cada vez mayor.
El embarazo y el parto no se detienen en situaciones de emergencia, y los derechos humanos no se suspenden durante los desastres, ni se contienen en las fronteras. La inacción colectiva dirigida a salvaguardarlos habla de la necesidad de volver a priorizar la cooperación multilateral, lo que Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, llamó el “corazón latente” de nuestra comunidad internacional.
Hace treinta años, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, celebrada en El Cairo, delegados de todo el mundo se pusieron de acuerdo en torno a una verdad fundamental: la igualdad entre los géneros y los derechos sexuales y reproductivos son fundamentales para lograr el desarrollo sostenible. Este acontecimiento crucial creó condiciones favorables para el empoderamiento de las mujeres y las niñas, lo que llevó a que las tasas de mortalidad materna y de embarazo adolescente disminuyeran en un tercio, mientras que el número de mujeres que utilizan anticonceptivos modernos se duplicó, cumpliendo así derechos y salvando vidas.
Aunque la división y la polarización amenazan por el momento estos avances, las y los activistas y responsables de la formulación de políticas se mantienen firmes en lograr el progreso, y las mujeres y las niñas están obteniendo derechos y opciones cruciales. El UNFPA apoya a esas personas y les ofrece apoyo mediante el acceso a anticonceptivos, vacunas, parteras, protección contra la violencia de género y otros cuidados vitales.
Si bien los logros alcanzados en las últimas tres décadas han sido notables, han beneficiado desproporcionadamente a las personas más privilegiadas de la sociedad. El informe del Estado de la Población Mundial de este año reveló las múltiples formas de marginación y discriminación que siguen excluyendo a millones de personas de la ruta del progreso. Estas desigualdades a menudo están arraigadas en nuestros sistemas de salud e instituciones económicas, sociales y políticas, y privan a demasiadas personas de la salud y los derechos sexuales y reproductivos fundamentales.
Para asegurar que los próximos 30 años de progreso incluyan a todas las personas, debemos comprometernos con una nueva visión del mundo, una visión en la que enfrentemos decididamente las desigualdades. Esto significa diseñar programas de salud adaptados y específicos que aborden las formas sistémicas de discriminación. También significa reconocer el valor de los datos desglosados y superar la medición de las experiencias humanas en promedios amplios. Para lograr los derechos sexuales y reproductivos para todas y todos, debemos centrar las voces y experiencias de quienes se han quedado (y a menudo son forzados a quedarse) atrás. Es importante destacar que debemos reconocer que solo fortaleciendo los derechos y el bienestar de las personas podemos reforzar los de la colectividad, y viceversa.
Este año, una nueva investigación del UNFPA reveló una cruda verdad: a nivel mundial, estamos muy rezagados en la consecución de un mundo con cero mortalidad materna, cero necesidades insatisfechas de planificación familiar y cero violencia de género. Lo que alguna vez fueron avances acelerados se han ralentizado, y en algunos lugares incluso se han invertido. ¿Por qué? La crisis climática mundial, los violentos conflictos y el resurgimiento de las normas y prácticas que subyugan a las mujeres, las niñas y otros grupos marginados son en parte culpables; todos estos factores hacen daño a la salud, violan los derechos y aumentan la desigualdad.
Sin embargo, la investigación del UNFPA también pone de relieve las innovaciones con el potencial de beneficiar a millones de personas y ampliar sus derechos y opciones. Los avances en las tecnologías de reproducción asistida, por ejemplo, están permitiendo a quienes luchan contra la infertilidad crear las familias que desean, y en medio de la escalada de riesgos climáticos, nuevas formas de producir y analizar datos podrían ayudar a las comunidades a prepararse mejor para los desastres y salvar vidas. Soluciones como éstas, y otras ideas frescas que representan un cambio en la manera de hacer las cosas, son cruciales para acelerar el progreso.
El año 2025 marcará el trigésimo aniversario de la Conferencia de Beijing sobre la Mujer, en la que la ex Primera Dama de los Estados Unidos Hilary Clinton pronunció la declaración fundamental: “Los derechos humanos son derechos de la mujer y los derechos de la mujer son derechos humanos”. No podemos permitir que la crisis, el conflicto y la división nos distraigan de esta verdad.
No obstante, todavía ningún país del mundo ha logrado la igualdad de género. En todo el mundo, una mujer muere cada 10 minutos a manos de su pareja o de un familiar; 800 mueren cada día debido a causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto; y la mitad de todos los embarazos no son intencionales. Para erosionar estas injusticias, debemos invertir en las mujeres y las niñas, aprovechar la sabiduría tanto antigua como nueva y defender los derechos y las opciones para todas las personas , especialmente las más vulnerables. La paz, la prosperidad y el potencial del mundo dependen de ello.