Sabemos que entre las brutales consecuencias de la pandemia se encuentra el recrudecimiento de la violencia basada en el género: los bloqueos atraparon a las mujeres en el interior con sus abusadores. Esos mismos bloqueos causaron picos en el uso en línea y, con ello, en la violencia digital, que adopta muchas formas nefastas: intercambio de imágenes íntimas sin autorización, ciberacoso, tráfico en línea, acoso y explotación sexuales, discursos de odio y doxing (publicación no autorizada de información personal como direcciones y números de teléfono).
El mundo virtual puede sentirse como un lugar solitario, carente de leyes y orden, particularmente para las mujeres y las niñas. Según un informe de la ONU, cuando las mujeres y las niñas tienen acceso a internet, enfrentan más violencia en línea que los hombres. Nadie es inmune, desde políticos, periodistas y artistas hasta niñas de incluso ocho años de edad.
Sin embargo, hay quienes piensan que porque esto está sucediendo en la pantalla, de alguna manera no es real. No obstante, incluso si esta violencia sin fronteras e implacable se comete en el ciberespacio, el trauma es demasiado real. Las y los sobrevivientes sienten miedo, pánico, ansiedad, depresión y desarrollan idea suicidas. Esta afecta negativamente sus relaciones, estudios, trabajo y vida social. Pueden retrotraerse o retirarse por completo de internet y de las redes sociales, y así apartarse de la comunidad, la educación, el entretenimiento y las oportunidades económicas. A veces la violencia digital pasa a operar fuera de línea y hacer que las mujeres y las niñas sientan que su seguridad física está amenazada. Los grupos marginados, como las mujeres de color y las personas LGBTQIA+, son especialmente vulnerables.
Este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el UNFPA renueva su compromiso de poner fin a la violencia en todos los lugares en ue haya mujeres y niñas, uno de sus tres resultados transformadores. En 2020, el UNFPA prestó servicios a más de 930.000 sobrevivientes de la violencia por motivos de género, desde la atención médica hasta el apoyo psicosocial, pasando por las remisiones a servicios jurídicos, los espacios seguros y la formación profesional y de aptitudes para la vida.
No hay distinción entre espacios en línea y fuera de línea: las mujeres y las niñas gozan del derecho humano fundamental de sentirse seguras y vivir libres de violencia en todos los espacios. La violencia y el abuso digitales son violencia y abuso, y estos tienen que terminar.