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En Burundi, la educación sobre salud sexual ayuda a las jóvenes a proteger su futuro
- 18 Enero 2019
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BUJUMBURA, Burundi – "Durante mi juventud tuve que abortar cuatro veces", confiesa Cecile Nshimirimana*, estudiante de Bujumbura, capital de Burundi. Los procedimientos eran ilegales (en Burundi, el aborto está permitido únicamente para salvar la vida de la mujer).
"Temí por mi vida cuando (en una ocasión) estaba oscuro y el doctor apenas tenía dos velas para iluminar (la sala)", recuerda. Ella no había aprendido a protegerse de un embarazo involuntario, algo que se considera tabú en su comunidad conservadora.
Las niñas solteras que quedan embarazadas a menudo se ven obligadas a abandonar la escuela o a casarse temprano, incluso en el caso de que sean menores de edad. "Para una niña que quede embarazada y tenga ambiciones de estudiar y avanzar en la vida, la única opción es un aborto ilegal, con todos los riesgos que ello conlleva", explicó la Sra. Nshimirimana.
Hoy, la Sra. Nshimirimana es miembro del Centro Juvenil de Kamenge, un centro patrocinado por el UNFPA donde las y los jóvenes puedan aprender sobre su salud sexual y reproductiva y recibir remisiones a servicios de salud adaptados a las necesidades de los adolescentes.
Estos servicios son esenciales, afirma la Sra. Nshimirimana. "Algunos días, pienso sobre cómo pude haber evitado quedar embarazada una y otra vez si hubiera tenido la información y los medios necesarios para protegerme".
La mayoría de las y los adolescentes en Burundi carece de los conocimientos suficientes para tomar decisiones responsables sobre su sexualidad.
La Sra. Nshimirimana enfrentó este desafío como adolescente. "Vi la vergüenza reflejada en el rostro de mi madre cuando le hice preguntas sobre la sexualidad y las relaciones con los muchachos", dice, y a seguidas se pregunta, "¿cómo podemos adoptar un comportamiento responsable con respecto a la sexualidad si nadie, ni siquiera nuestros padres, puede analizarla abiertamente con nosotros?".
Ante la falta de información confiable, los rumores y mitos sobre la anticoncepción circulan de manera incontrolada. A modo de ejemplo, muchas personas creen, erróneamente, que los anticonceptivos modernos causan esterilidad y cáncer.
Los jóvenes también enfrentan obstáculos a la hora de acceder a servicios de salud sexual y reproductiva. Pueden enfrentar la vergüenza o el estigma al procurar atención médica.
"Todavía es difícil hoy en día para una niña ir a la clínica y recibir píldoras anticonceptivas", afirma la Sra. Nshimirimana.
Todo esto se refleja en la tasa nacional de fecundidad de las adolescentes. Según una encuesta demográfica 2016-2017, el 8 % de las niñas entre 15 y 19 años estaban embarazadas o ya habían tenido un hijo.
No obstante, se están logrando avances.
Como parte del Programa Nacional de Salud Reproductiva, la información sobre salud sexual y reproductiva se difunde a través de las redes de jóvenes, muchas de las cuales están afiliadas a asociaciones escolares, comunitarias, religiosas y juveniles.
Edouard Hatungimana, de 56 años, trabaja como facilitador en una de esas organizaciones. Recibió formación del UNFPA sobre cómo hablar abiertamente acerca de la salud y la sexualidad, y recuerda lo difíciles que resultaban esas conversaciones cuando estaba criando a sus propios seis hijos. "No entendíamos la importancia de conversar sobre la salud sexual y reproductiva; en especial", puntualiza, "no entendíamos por qué nuestros hijos debían aprender (acerca de esto), pues suponíamos que este conocimiento los llevaría a la perdición".
Hoy manifiesta estar "apoyando las actividades de comunicación, que buscan abrir un diálogo entre líderes religiosos y las y los adolescentes y jóvenes".
El UNFPA también está apoyando 18 dispensarios adaptados a las necesidades de las y los jóvenes en todo el país, donde el personal ha sido capacitado para ofrecer servicios e información respetuosas, confidenciales e imparciales. Asimismo, el UNFPA está colaborando con el Gobierno de Burundi para implementar un programa de educación sexual integral. El programa, iniciado hace tres años, llega a la juventud tanto en las escuelas como en el seno de la comunidad en general.
El Sr. Hatungimana declara que estos esfuerzos pueden salvar vidas mediante el empoderamiento de los jóvenes para que se protejan a sí mismos.
"En cuanto a los embarazos no deseados y el riesgo de complicaciones debidas a los abortos ilegales que nuestras niñas enfrentan, es evidente que tenemos que cambiar nuestro comportamiento", concluye.
– Aimee Manimani Nsimire
*Se cambió el nombre para proteger la privacidad