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Las cirugías apoyadas por el UNFPA ayudan a las sobrevivientes de fístula obstétrica a defender a otras en Burundi

Una mujer sostiene un micrófono.
Donavine Ndayikengurukiye, de 23 años, tenía 19 años cuando su embarazo dio lugar a una fístula obstétrica. © UNFPA Burundi
  • 11 Junio 2024

BUJUMBURA, Burundi – “Durante mis contracciones, mi suegra y mi propia madre se negaron a dejarme ir al centro de salud para dar a luz”, relató Gloriose Mbonimpa al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo los asuntos de salud sexual y reproductiva. “Sentí que la muerte se cernía sobre mí”.

Sin la atención médica que necesitaba, la Sra. Mbonimpa gritó a sus vecinos pidiendo ayuda. Trataron de llevarla al centro médico local, pero ya era demasiado tarde; dio a luz en el camino, dio a luz a un natimuerto y sufrió una fístula obstétrica en el proceso.

Las fístulas obstétricas son lesiones del parto que aparecen principalmente como resultado de un parto prolongado y obstruido. Estas lesiones afectan a casi medio millón de mujeres y niñas en todo el mundo, especialmente a aquellas que carecen de acceso a apoyo médico oportuno y de alta calidad. En Burundi, donde vive la Sra. Mbonimpa, se estima que las mujeres y las niñas sufren hasta 750 nuevas lesiones por fístula cada año.

Las consecuencias pueden ser devastadoras. Las sobrevivientes de fístula a menudo se ven obligadas a lidiar con dolencias físicas traumáticas, como la incontinencia, el ostracismo social y la pobreza extrema.

“Las mujeres de la sala de maternidad pidieron que me aislaran porque mojé la cama. Además del dolor de haber perdido a mi bebé, no entendía lo que me estaba pasando”, confesó al UNFPA Donavine Ndayikengurukiye, otra sobreviviente de fístula.

El esposo de la Sra. Mbonimpa la abandonó durante cuatro años después de su lesión. Avergonzada, también mintió a los proveedores de atención médica sobre su condición. “Estaba desprendiendo olores insoportables”, dijo. “Nadie se merece esto”.

Antes avergonzada, pero ahora defensora

Las fístulas se pueden reparar. Sin embargo , la investigación muestra que muchas sobrevivientes no son conscientes de que la cirugía puede ayudar a sanar sus lesiones.  

Inicialmente, la Sra. Ndayikengurukiye era una de ellas, pero “saber que tuve la oportunidad de recuperarme fue la mejor noticia de mi vida”, admitió al UNFPA.

En Burundi, hay un solo centro de salud, el Centro Urumuri, en la capital del país, Bujumbura, equipado para manejar casos de fístula. Entre 2010 y 2023, aproximadamente 3.000 mujeres se sometieron a cirugías de reparación en el país.

La Sra. Mbonimpa fue una de ellas. En 2022, buscó tratamiento en el centro durante una campaña apoyada por el UNFPA que ofreció a las sobrevivientes de fístula acceso a atención médica gratuita.

Durante dos décadas había vivido aislada, humillada por su condición, pero desde que se recuperó ha hecho una promesa: dedicar las dos décadas siguientes a concienciar sobre la fístula obstétrica para que ninguna otra mujer o niña de su comunidad tenga que sufrir la misma experiencia.

Acabar con la fístula para siempre y para todas

Si bien la cirugía ofrece a las sobrevivientes la oportunidad de sanar, la mejor manera de poner fin al daño que las fístulas causan a las mujeres y las niñas es evitar que ocurran.

La prevalencia de la fístula obstétrica sigue pautas de desigualdad: es casi inexistente en los países de altos ingresos; la afección afecta principalmente a las mujeres y las niñas de la región de los Estados árabes, Asia, América Latina y el Caribe y el África subsahariana.

“La fístula obstétrica es un resultado trágico de nuestra incapacidad para proteger los derechos reproductivos de las mujeres y niñas más vulnerables y excluidas”, manifestó la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem.

Las adolescentes pueden ser especialmente vulnerables a la lesión, ya que sus pelvis pueden no haberse desarrollado lo suficiente como para tener hijos, lo que las pone en riesgo de obstrucción de la labor de parto.

“Creo que tuve esta [fístula] porque di a luz cuando aún era muy joven”, planteó la Sra. Ndayikengurukiye al UNFPA.

La Sra. Ndayikengurukiye, de 23 años de edad y ahora sin fístula, es madre de una niña cuyo nacimiento tuvo lugar un año después de su recuperación. Desde entonces, ella y su esposo han adoptado la planificación familiar.

“Mi esposo y yo elegimos la planificación familiar para que mi cuerpo pudiera descansar del riesgo de tener otra fístula obstétrica, y esperar a que nuestra niña crezca un poco”, concluyó.

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